El reto actual de la enseñanza es lograr que los alumnos tomen conciencia de que el conocimiento es una construcción social, que implica su interacción constante con los diferentes ambientes o escenarios de aprendizaje y de su aplicación real.
Gonczi concibe las competencias integrales y holísticas como una imbricada estructura cognitivo-ocupacional que “integra y relaciona atributos y tareas, que permite que ocurran varias acciones intencionadas simultáneas, (y) toma en cuenta el contexto (y la cultura del lugar de trabajo) en el cual tiene lugar la acción”.[1]
En este sentido, el desarrollo de competencias en el proceso de enseñanza- aprendizaje presenta una gran dependencia del contexto del estudiante. Ya que el aprendizaje situado y la construcción del aprendizaje significativo tienen una alta dependencia de la interacción cognitiva individual y la realidad, de modo que tanto la apropiación como la transferencia del conocimiento se produce a ámbitos de la interacción social, y por tal, el individuo aprende en el contexto que está situado y en función de la dinámica del mismo, se genera y aplica el conocimiento.
“Competencia es la capacidad para movilizar saberes en un contexto determinado, en la acción y con éxito, para satisfacer necesidades, atender situaciones, resolver problemas, tomar decisiones y/o lograr objetivos”.[2]
Por lo que el planteamiento: “desarrollar competencias y hacerlo a partir de aprendizajes significativos y situados en la realidad”, implica proporcionar a los estudiantes la oportunidad de aprender y aplicar los conocimientos y las habilidades adquiridas en situaciones de la vida real, en sus propias comunidades.
Ahora, el profesor tendrá que cambiar su forma de pensar y enseñar. Tendrá que aprender a manejar la zona de desarrollo próximo planteada por Vigotsky para que se produzca un aprendizaje real y se finquen los pilares de la educación para la vida planteados por la RIEMS. Así pues, los estudiantes deben aprender a conocer, aprender a vivir, aprender a hacer y aprender a ser.
Sin perder de vista que el buen aprendizaje implica un doble compromiso: el alumno debe asumir una disposición para aprender y comprometerse a trabajar para conseguirlo y el docente tiene la obligación de preparar el escenario y actuar como agente mediador entre el estudiante y los nuevos conocimientos.
Finalmente, la conciencia de los alcances y límites de esta propuesta resulta fundamental para poder anticipar soluciones a los problemas que se van a enfrentar.
Reciban un afectuoso saludo.
Gonczi concibe las competencias integrales y holísticas como una imbricada estructura cognitivo-ocupacional que “integra y relaciona atributos y tareas, que permite que ocurran varias acciones intencionadas simultáneas, (y) toma en cuenta el contexto (y la cultura del lugar de trabajo) en el cual tiene lugar la acción”.[1]
En este sentido, el desarrollo de competencias en el proceso de enseñanza- aprendizaje presenta una gran dependencia del contexto del estudiante. Ya que el aprendizaje situado y la construcción del aprendizaje significativo tienen una alta dependencia de la interacción cognitiva individual y la realidad, de modo que tanto la apropiación como la transferencia del conocimiento se produce a ámbitos de la interacción social, y por tal, el individuo aprende en el contexto que está situado y en función de la dinámica del mismo, se genera y aplica el conocimiento.
“Competencia es la capacidad para movilizar saberes en un contexto determinado, en la acción y con éxito, para satisfacer necesidades, atender situaciones, resolver problemas, tomar decisiones y/o lograr objetivos”.[2]
Por lo que el planteamiento: “desarrollar competencias y hacerlo a partir de aprendizajes significativos y situados en la realidad”, implica proporcionar a los estudiantes la oportunidad de aprender y aplicar los conocimientos y las habilidades adquiridas en situaciones de la vida real, en sus propias comunidades.
Ahora, el profesor tendrá que cambiar su forma de pensar y enseñar. Tendrá que aprender a manejar la zona de desarrollo próximo planteada por Vigotsky para que se produzca un aprendizaje real y se finquen los pilares de la educación para la vida planteados por la RIEMS. Así pues, los estudiantes deben aprender a conocer, aprender a vivir, aprender a hacer y aprender a ser.
Sin perder de vista que el buen aprendizaje implica un doble compromiso: el alumno debe asumir una disposición para aprender y comprometerse a trabajar para conseguirlo y el docente tiene la obligación de preparar el escenario y actuar como agente mediador entre el estudiante y los nuevos conocimientos.
Finalmente, la conciencia de los alcances y límites de esta propuesta resulta fundamental para poder anticipar soluciones a los problemas que se van a enfrentar.
Reciban un afectuoso saludo.
[1] Gonczi, A. citado en Diseño, implementación y evaluación de programas por competencias profesionales integradas, de González Gutiérrez, Mercedes; Espinosa Hernández, Jesús; López, López, José Luis y otros (2002), UG, México, p. 23
[2] La definición referida fue construida inductivamente por los maestros del departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano del ITESO en una sesión de trabajo colaborativo durante el Seminario: Desarrollo de Guías de Aprendizaje coordinado por la Mtra. Lorena Herrero Serment dependiente del Proyecto de Renovación Educativa de la Dirección General Académica el 9 de Febrero del 2005